Después del jolgorio


Si esto no ocurriere, no tiene sentido creer en la ley y tampoco en la verborrea de una patria incluyente.

Hemos vuelto a la rutina después de lo que para muchos fue jolgorio, para otros tiempo de penitencia y meditación y para algunos, días regulares de trabajo. No está demás decir que del jueves al Sábado de Gloria, las calles de la capital estaban casi desoladas, excepto donde pasaban las procesiones.

Fueron días en los que se pudo transitar tranquilamente para conocer lugares de esta jungla de concreto y cemento, que hasta pareció que el representante del Imperio escogió ese asueto para venir a supervisar cómo sus administradores manejan el patio trasero de su país.

Ya vueltos al trajín cotidiano reaparecen los mismos temas sobre el tapete. En primer lugar, el recuento de los muertos y el intento de demostrar que este año hubo menos violencia que durante la Semana Santa del año pasado.

¡Que con su pan se lo coman! Porque sabemos que el solo hecho de salir a la calle ya es un desafío a la muerte; aunque a decir verdad, dentro del hogar tampoco se está a salvo porque en cualquier momento pueden entrar ladrones armados.

Y es que, como ironizó alguien, sin que estas sean sus palabras exactas, la culpa la tenemos quienes no contamos con nuestros propios cuerpos de seguridad. El deber del Estado de brindar seguridad, como reza la Constitución, es privilegio de funcionarios públicos y sus allegados. A los demás, son los “ángeles de la guarda” quienes nos cuidan; aunque como dice un amigo, sería preferible que fueran los “Ángeles de Charlie”.

Tal vez una nota interesante del fin de semana, además de que la Selección le ganó a Trinidad y Tobago, “gracias a Dios”, como dicen algunos; es que en Libre Encuentro, Dionisio Gutiérrez se atrevió a tocar por primera vez el tema del racismo y la discriminación.

Si bien, hay que reconocer que abrió un espacio, el conductor del programa manifestó problemas de abordaje al hablar de “raza indígena”, como si también se hablara de “raza ladina”, “raza criolla”, etcétera. La raza humana es única, aunque esto no quiere decir que no exista racismo y racistas.

Y hablando del racismo, esta semana se dicta sentencia en el juicio contra los que atacaron a Rigoberta Menchú en la CC. Esperamos que aunque sea por discriminación se mande a la cárcel a esas personas para empezar a sentar precedentes. Si esto no ocurriere, como escribí la semana pasada, no tiene sentido creer en la ley y tampoco en la verborrea de una patria incluyente.

XAQ WA CHI’ KINYA’ kanoq nuch’atem chi rij tajin kak’ulmataj pa qamaq’. Kujeye’n lo chi ri xeyoq’on che qanab Rigoberta ketaq ubik pa che’ rumal che we man kaban ta wa’, maj ubeya’l qakojonik pa taqanik amaq’. Xa ne man kajmatal ta ri taqanik e k’u we man kasuk’umax ta itzelal maj ubeya’l qakojonik.

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